Adolescentes en riesgo de ortorexia o vigorexia.

Adolescentes en riesgo de ortorexia o vigorexia.

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Adolescentes en riesgo de ortorexia o vigorexia

  • Comprendiendo qué es la vigorexia y la ortorexia

Vigorexia es la obsesión por tener un cuerpo musculoso, hay dismorfia corporal, es decir el individuo se ve mucho más delgado de lo que está, incluso los adolescentes llegan a sentirse “enclenques”; por lo que hacen ejercicio en exceso, descuidando otras áreas de su vida y la verdadera salud.

Ortorexia es la llamada “enfermedad del siglo XXI”. Consiste en la obsesión por comer sano, lo que deriva en el miedo a los pesticidas, colorantes, aditivos; incluso a perder la salud; por lo que quien la padece busca alimentarse sólo con comida orgánica, lee las etiquetas de todo lo que consume, etc.

A pesar de que hoy en día tenemos un menú amplísimo para elegir a la hora de comer, pareciera que la sociedad lo limita o etiqueta de diferentes maneras.

Actualmente existen diferentes estilos de alimentación: veganos, vegetarianos, etc; lo que ha provocado la difusión de diferentes tipos de dieta, misma que está al alcance de cualquier niño o adolescente con acceso a internet; quienes al no estar bien informados y experimentar la incertidumbre propia de su edad, pueden empezar a intentar distintas dietas a manera de juego hasta convertir esta conducta en un trastorno.

  • Las apariencias engañan

Según la Organización Mundial de la Salud, hoy en día el 28% de la población mundial sufre de trastornos en la conducta alimentaria.

La realidad es que ante tanta información en los medios de comunicación, sin querer, estamos cayendo en la desinformación, y si hay mucha confusión entre los adultos, imagina cómo es para los adolescentes.

Las madres de familia o quienes se encargan de llevar la comida a casa, se enfrentan a muchas dudas a la hora de elegir los alimentos en el supermercado, debido a la diversidad de etiquetas confusas en productos nuevos o importados, aunadas a las falsas creencias que se divulgan como:  “que el huevo era malo y ahora ya no lo es”, “que si el azúcar refinada es mala y es mejor el uso de un sustituto; pero resulta que ahora es malo también”, “que los vegetales están llenos de pesticidas”, “que la leche light es mala”, “que no hay que consumir grasa”, etc.

Si este tipo de información confunde a un adulto, ¿cómo será para un adolescente que está lidiando con las necesidades de propias de su edad como pertenecer, ser aceptado por sus cualidades físicas, ser atractivo para el otro, diferenciarse de los adultos, etc.? La realidad es que reciben esta información; pero no sabe qué hacer con ella, no puede procesarla adecuadamente.

En las redes sociales se muestran estilos de vida, con fotos retocadas, en las que se fabrican fantasías mediante filtros de luz y color, que pueden cambiar un día nublado por soleado; pero debemos recordar que estas aplicaciones no existen en la vida real.

En el día a día, hay cuerpos reales con lonjitas, un vientre no plano que protege los órganos reproductores de la mujer, hay días nublados y soleados… hay tristeza y felicidad, dimensiones y sentimientos que no siempre se muestra en los perfiles de las redes sociales.

Hoy los preadolescentes y adolescentes quieren imitar a personajes de ficción que ven en la TV o en internet y que para ellos son modelos a seguir en su vida y con su cuerpo; sin embargo, no toman en cuenta factores tan importantes como la edad real que hace que los músculos de un chavito de 14 años jamás sean iguales a los de un joven de 20 años.

Esto los lleva a hacer ejercicio en exceso y a buscar dietas que les ayuden a tener cuerpos delgados y/o musculosos, sin darse cuenta que en la búsqueda por alcanzar estos objetivos, su plato de comida se va limitando en variedad, y que las dietas restrictivas afectan su crecimiento.

Agreguemos que los padres que hoy tenemos hijos adolescentes crecimos en la época de las “dietas-caloría” y los “aerobics por TV”, lo cual nos lleva sin querer a apoyar estas conductas de riesgo, con cierto grado de orgullo. Los padres de antes expresaban su preocupación con frases como: “si mi hijo no come, no va a crecer”; pero para los padres de ahora la preocupación se centra en “que coma para que tenga buen cuerpo”.

Cocinar se ha vuelto una carga, un pleito entre lo come uno, el otro, los miedos, los productos light, lo que leí, lo que me dijeron, etc. Sin querer los padres de familia también estamos confundidos.

  • ¿Qué hacer para evitarlo?

Los padres de hoy tenemos una doble tarea:

  1. Desmitificar nuestras ideas, informarnos bien, de manera completa, acerca de qué es recomendable comer para obtener los requerimientos nutricionales acordes a la edad que tenemos; todos, no únicamente los hijos.
  2. Ocuparnos de que la información correcta llegue a nuestros hijos desde edades tempranas.
  3. Hay que recordar que comer rico no está peleado con la salud, la nutrición y lo divertido; punto importante para los chiquitines.
  4. Observar atentamente cómo comen nuestros hijos, qué comen y no fomentar en ellos ideas falsas o perjudiciales hacia la comida y el cuerpo.
  5. No hablar de su cuerpo, no halagarlos ni criticarlos por su figura; sino ocuparnos de transmitirles valores que perduren toda la vida, en lugar de emociones efímeras.
  6. Hablar de sus cualidades y de las características propias que los hacen “ser”.
  7. Fomentar una alimentación que incluya “todo” grupo de alimentos, para que aprendan a elegir calidad.
  8. Revisar con ellos lo que ven a través de las pantallas, buscar juntos información fiable y platicar para aclarar dudas. Fomentar la comunicación, que se atrevan a preguntarnos.
  9. Hacer un menú en familia.
  10. Hacer de la hora de la comida un momento agradable, que se antoje estar juntos.
  11. Que participen para preparar la comida y servir, esto fomenta la autoestima y el reconocimiento en familia.

“La hora de la comida es un buen pretexto para estar juntos”.

  • Recordar para qué comemos

Vale la pena hacer una pausa como papás y recordar “para qué comemos”. Se nos está olvidando que comemos para mantener un componente bilógico, la salud física, fisiológica y emocional; para mantener un equilibrio entre nuestras actividades y los requerimientos de nuestra edad.

“Comemos para nutrirnos y conservar la salud”

 

Psict. Marisol Santillán