Todas las sociedades renuevan continuamente sus valores y percepciones para afirmar su identidad colectiva, eso incluye la “moda del cuerpo”, nuestro cuerpo, al que se nos exige encuadrar en estereotipos que cambian según el país, la edad, la condición social o la cultura de cada individuo; pero que atienden a la exigencia de cómo “deberían” ser la belleza, lo deseable y aceptable, la norma. Existe la idea general de que los cuerpos deben ser delgados, musculosos, sin vello, sin marcas… y todo lo que no encaja en ese esquema es relegado y considerado feo.
En la búsqueda por pertenecer a ciertos grupos sociales o incluso dentro de la misma familia, podemos hacer un sinfín de cosas para modelarnos un nuevo cuerpo, más “aceptable”, para cambiarlo a gusto de los demás, como si la posibilidad de ser quienes somos no fuera suficiente.
Aunque desde hace muchos años este concepto de exigencia ya se le aplica al varón, sin lugar a duda la exigencia más significativa recae en las mujeres, usando su cuerpo en campañas de mercadotecnia para vender cualquier objeto, lo cual la ha “cosificado” y convertido con un objeto de venta.
Ante estos hechos han surgido movimientos como body positive y curvy woman que intentan reflexionar acerca de cómo nos relacionamos con el cuerpo, con la sociedad e indagan en cómo podemos lograr una experiencia corporal personal de mayor aceptación, incorporando las diferencias como parte de la identidad humana; pues las curvas, las estrías, las caderas, los kilos extras, los centímetros que faltan o sobran no deberían ser motivo de menosprecio.
En 2004 surgió la campaña publicitaria “Dove, por la Belleza Real”, apoyando el #bodypositive y #curvywoman, mostrando cuerpos más reales, con más curvas, con más kilos que los que se habían venido fotografiando en las últimas décadas y ¡me pareció maravillosa! Tres años más tarde hubo otra campaña a cargo del italiano Oliviero Toscani, la cual causó revuelo en la sociedad mundial pues mostraba en sus fotografías a una modelo en fase avanzada de anorexia con el mensaje “No Anorexia”. Ambas campañas marcaron un antes y un después en el mundo de la publicidad; desde entonces se empezaron a ver más imágenes con mujeres curvy en los anuncios, con un enfoque más positivo. Más tarde, en el 2015 apareció una modelo curvy o plus size en la portada de la revista deportiva “Sports Ilustrated”, Ashley Graham, quien es de las primeras modelos de talla grande en participar dentro de pasarelas importantes en el mundo de la moda. Me hubiera encantado que esto pasara cuando yo era bebé, sin duda mi pubertad y adolescencia hubieran sido muy distintas ja, ja, ja… Hoy en día, gracias a estas nuevas estrategias de publicidad, se ha logrado que los hashtag cambien a #belleza real en lugar de #belleza perfecta.
Por otro lado también existen los hashtag #gordofobia y #bodyshaming, que llegan a México junto con Instagram en el 2010 o 2011. En mi opinión, este movimiento ha logrado que muchas mujeres acepten un poco más su complexión, pero finalmente la impotencia y la vergüenza por no sentirse suficientemente bellas, así como las ganas de hacer dietas constantes, no han terminado, basta ver la cantidad de productos que siguen promocionándose para bajar de peso, para moldear el cuerpo, para quitar estrías, para disminuir celulitis, para aumentar el busto o los glúteos y hasta para crear masa muscular.
Es una realidad que las personas obesas e incluso, quienes sólo tienen sobrepeso, sufren discriminación. Las personas que hemos padecido una batalla contra el peso, hemos lidiado con burlas y críticas por no encajar en los estereotipos de moda o en las tallas que supuestamente son las saludables, que cabe mencionar que eso es únicamente en apariencia, los registros médicos no aparecen en la etiqueta de la ropa, la talla no indica el estado de salud físico o emocional de las personas. La frustración y el enojo por lo que hemos vivido surgen entrelazados con algunos de estos hashtags, se pide que paren la agresión por tener curvas o kilos extras, pero al mismo tiempo se agrede a la delgadez o a la vida fitness, esto sucede por la manera en la que defienden sus puntos de vista, lo cual, me lleva a preguntarme ¿no se dan cuenta que agresión responde con agresión? Estoy a favor de la no discriminación a la diversidad de cuerpos, pero ni la delgadez extrema ni la obesidad merecen que se les aplauda, la idea es la aceptación al cuerpo que somos, que tenemos y dentro de ello, buscar la salud psicoemocional y física para vivir en bienestar.
Uno de los aprendizajes que más aprecio en mi camino de crecimiento es el de la autoaceptación, lo cual incluye no medirme o calificarme en relación con otros, mantener la atención en mí, en mi proceso y en mis necesidades, para de verdad dejar el pleito con “lo que no soy”. Atender a lo que otros hacen, dicen o muestran, sería estar viendo afuera de mí, proyectando mi energía y tiempo hacia otra dirección que es mucho menos importante que yo.
Lo que me parece enriquecedor de las nuevas formas de buscar el respeto a todo tipo de cuerpos, del trabajo de los especialistas en esta materia, de los movimientos sociales al respecto y por supuesto del trabajo personal de aceptación y crecimiento de quienes padecen obesidad o sobrepeso, es la diversidad de formas de cuerpo que hoy vemos en películas, en redes sociales, en la TV, en medios impresos, en pasarelas o en aparadores; incluso en marcas de ropa que se han ocupado de ser incluyentes como Nike, Oysho, o Zara con su línea “Violeta”. Ya no es necesario el antiguo modelo de tiendas especializadas en tallas extra, que nos hacían sentir que no pertenecíamos a la sociedad “normal” o “aceptable” y que manejaban una línea de ropa ¡horrenda!
De los recuerdos que más compartimos en los grupos terapéuticos que facilito, es el de cuando en la infancia, buscábamos ese personaje que se pareciera a nosotros, ese con el que hasta físicamente nos podríamos identificar, sin que fuera el chistoso o bufón del programa o película. Hoy existen mucho más de ellos, más reales, mostrándose en historias cotidianas. Series como: “This is us”, “Tall girl”, “Hairspray”, “Sweet Magnolias”, “Paraiso”, “Malos hábitos” o” I feel pretty”, dan ejemplo de ello.
Hoy también existen influencers de talla grande que gustan del movimiento Body Positive como la modelo Tess Holliday, que usa tallas arriba de 46 y es feliz de mostrarse en pasarelas y redes sociales. La ya mencionada Ashley Graham; Ana Pizarro, quien es fotógrafa y comparte su hermosa obra en Instagram, donde también encontramos a Megan Jayne como @bodyposipanda, quien ahora está colaborando con Dove; en fin, hoy en día hay muchas mujeres actuando a favor del body positive, en lo cual ¡Me incluyo!
No cabe duda de que los hashtags y todo lo que representan, han logrado grandes cambios en la sociedad, en la mirada al cuerpo de la mujer y en la aceptación de las curvas en todos los rubros de la mercadotecnia; sin embargo, creo que si únicamente llevamos la atención a la forma del cuerpo seguiremos cojas, en sentido metafórico, porque aún falta mucho por hacer a nivel emocional para realmente transformarnos como sociedad y en lo individual. Pareciera que tras la aceptación de los nuevos hashtags y sus propuestas fuera fácil dejar el mundo de las dietas, abandonar el anhelo del cuerpo perfecto, vinculado a las fantasías y logros que creemos llegarán con él. El proceso de cambio tomará tiempo y desde luego debe trabajarse primero de manera individual, para permear luego a la sociedad. Hacer una introspección al mundo psicoemocional para llegar a la verdadera autoaceptación y reconciliación con uno mismo y en todo sentido.
Si creas un hashtag que te represente, ¿cuál sería para vivirte de una forma más reconciliadora?
Psict. Marisol Santillán