Quedarnos en casa por todas las razones justificables ante el coronavirus ha traído grandes cambios en la vida de todos, nuevos retos, aprendizajes y muchas emociones encontradas entre lo que deberíamos estar haciendo, lo que queremos hacer y lo que nos descubrimos haciendo.
Para algunos de nosotros quienes comemos por hambre emocional o quienes están en recuperación de un trastorno de la conducta alimentaria o recuperando una saludable relación con la comida puede ser un momento de vulnerabilidad: “no estoy haciendo el mismo ejercicio que antes y esto me lleva al refrigerador sin darme cuenta” “me doy por vencida, no estoy pudiendo manejar la soledad y la comida me llama” “antes sabía que podía salir a comprarlo cuando quisiera pero ahora que no puedo, cuando voy de compras traigo a casa todo aquello que ya no comía” “no puedo dejar de subirme a la bascula todas las mañanas” “estoy perdiendo el control, mejor no como por largos periodos de tiempo”.
Lo primero que puede ayudar a comprender lo que estamos viviendo es reconocer que no hay una forma correcta para estar ahora, no hay un sentir adecuado para enfrentar algo que nunca imaginamos. No hay una forma apropiada para responder ante lo desconocido, el coronavirus. Bajarle un poco a la exigencia de que tendríamos que estar haciendo lo correcto es un primer paso y el segundo, reconocer que a ratos somos vulnerables y aceptar que, también a ratos somos fuertes.
Para quienes hemos lidiado con el peso y la dieta por muchos años, esta conducta nos ha dado una falsa promesa de control y seguridad. Y digo falsa porque en realidad es mental y emocionalmente cansado, al llevar una dieta nos sentimos “a ratos” que tenemos el control y en estos momentos donde debemos estar en casa y nos sentimos impotentes y sin certeza, buscamos recuperar el control con lo que ya conocemos, la Dieta, la Comida y el Peso de nuestro cuerpo, lo que nos genera otro tipo de ansiedad: encontrar una dieta que funcione, bajar de peso, salir de la cuarentena mejor que como estábamos, encontrar el producto perfecto para moldear el cuerpo, etc.
Buscamos el control fuera de nosotros mismos y contrariamente a lo que imaginamos, este “salvavidas” nos lleva a desconfiar, porque muy en el fondo de nosotros tampoco tenemos la seguridad de que funcione.
Hoy te invito a que cambies esa actitud mirando dentro de ti. No se trata de corregir o dominar lo que sucede afuera, sino de generar la certeza de que la forma en la que estás dirigiendo tu autocuidado es lo que te regresará a la confianza, a la única que sí puedes observar y moderar, CONFIAR EN TI:
Confiar en que tu conducta es lo mejor que puedes hacer hoy por ti requiere de esfuerzo al principio, quizá implique recoger pedacitos rotos y volverlos a pegar, créeme ¡vale la pena! porque te brinda dosis de tranquilidad, porque te genera un poco más de seguridad para estos tiempos, porque sabes que haces lo mejor para ti y sobre todo porque es la mejor manera de demostrarte amor.
- En tu plato de comida, invierte tiempo en saber que está rico, que es saludable para tu cuerpo y estado de salud, sin restricción, pero sí con bienestar.
- Respeta tus horarios de comida, más allá de un reloj, por las sensaciones de hambre y saciedad.
- Cuidas tu higiene de sueño procurando dormir y despertar a la misma hora de costumbre, esto te mantiene en una rutina similar a la cotidiana.
- En tus horas de trabajo del hogar o de oficina en casa, procura cubrir las responsabilidades que te corresponden y delega las que no son tuyas o pide apoyo, es muy válido.
- Durante el día, mereces tener ratos de gozo, de diversión e incluso de ~no hacer nada~.
- Mueve tu cuerpo para expresarte o para mover energía y evitar dolores por tensión muscular, puedes bailar, pintar, estirarte, etc.
- Cuida tu higiene personal, arréglate para ti, tu eres tu mejor invitado en casa.
Confía en que lo que sientes es natural, que es válido, que es cambiante porque la vida no es estática, pero que si es necesario te apoyarás en otros para pedir, para expresar e incluso para abrazar.
Confía en que tu instinto te avisará si necesitas otro tipo de apoyo, de psicoterapia o incluso médico y confía en que puedes buscarlo.
Confía en que no se trata de hacerlo perfecto sino de brindarte autoapoyo.
Confía en que puedes bajar el ritmo y que poco a poco regresaremos a la cotidianidad.
Confía en que el malestar y la incomodidad de ahora es para un bien mayor que tarde o temprano llegará.
Me gustaría que esta confianza pueda apoyarte a reconciliarte con la idea de que si en esta cuarentena subes un par de kilos o un poco más, en realidad no es tan importante como salir con salud. Retener líquidos, tener un poco más de hambre estomacal o fisiológica es natural cuando vivimos momentos de estrés, el cuerpo lo reciente y aunque no lo parezca, pide alimento para tener la energía suficiente en este estado de alerta. Y también es natural que en otros momentos no tengas apetito. Recuerda que lo único que no podemos recuperar es la vida.
Si antes de la cuarentena estabas llevando algún tratamiento médico o de psicoterapia, no lo dejes, el acompañamiento en estos momentos puede ser un apoyo indispensable en tu bienestar.
Psict. Marisol Santillán